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Sasami-san@Ganbaranai 12 (FINAL): El Último Festival

Caótica, exquisita y apurada es la forma como concluye Sasami-san@Ganbaranai que -sinceramente- resulta predecible a juzgar por cómo culminaron sus episodios más emblemáticos. Edogawa justifica su papel de antagonista al provocar una escena brutal contra la niña más inocente del elenco. Le roba su corazón en sentido literal. Su derrota, sin embargo, estaba asegurada pues enfrentaba a los dioses que reproducirían la derrota mitológica de Arahabaki. Edowaga intentó repetir la historia para ajustarla a sus intereses egoístas, pero tuvo una preposición errónea a considerar a los humanos como seres nada dignos de confianza, mientras ella aprendía a encariñarse con una de ellos. No obstante, el pasado se mantiene inalterable mientras exista un apego con el presente y, pese a obtener mayores beneficios, no resultan los esperados. Este episodio requiere ciertos conocimientos sobre la mitología japonesa, empezando con Kuzuryu, un dragón de nueve cabezas que habitaba el lago Ashi. Los lugareños de esta región sacrifican a una joven para apaciguar la ira de la bestia. El viaje escolar tenía el objetivo de ubicarse en el sitio adecuado para cumplir con todas las condiciones; por ejemplo, la joven sacrificada se trataría de la indefensa Tama. El plan de Edogawa empezó a desmoronarse en el instante que Sasami descubrió su secreto. La protagonista deseaba entablar una amistad con Jou y ese anhelo le permitió valorarla dejando de lado su anormalidad físico e incluso llegaría a convertirse en su guardiana. Este gesto de afecto espontáneo se ofrece a Edogawa sin necesidad de órdenes ni segundas intenciones, sino porque Sasami se identifica con sus experiencias del pasado. La amistad femenina es hermosa y, luego de una noche cargada de acción, solo queda jugar en la playa. (más…)


Sasami-san@Ganbaranai 11: Love Triangle

La convivencia con Edogawa la destaca como tsundere, un ejemplo único entre las chicas que comparten su condición de futanari y quizás la primera en su especie. Este tsunderismo la hace lucir menos amenazante dado que su parte vulnerable se torna más evidente. Además, su lado más sensible y femenino, como efecto secundario, provoca un cambio de roles, al menos temporalmente, convirtiéndose, de antagonista, en villana cómica. Su rivalidad declarada le permite acercarse a Sasami, quien, para su suerte, ignora cualquier amenaza que lanza Jou, quizá por inocencia, porque la mueve su intenso deseo de hacer amigos o porque Edogawa no transmite ninguna sensación de peligro. La ojou-sama declara que tiene preparados sus poderes para atacar desprevenida a Sasami y ocasiones le sobran. Sus posturas de ataque son interpretadas como un juego, producto de su síndrome de octavo grado, intentando llamar la atención de Sasami. No pretende exhibir sus habilidades ni poner en riesgo a su contrincante, sino actuar de manera excéntrica. Otro efecto del acercamiento entre chicas durante esta última etapa de la serie sería la abundancia de vibras yuri. Kagami experimenta el surgimiento de nuevos afectos que, hasta el momento, desconocía. Este sentimiento requería que brotase una conexión emocional asumida como única, profunda y especial. Un triángulo amoroso ha emergido. Los goggles son indispensables. (más…)


Sasami-san@Ganbaranai 10: Tu secreto es mi secreto

Atención: Artículo NSFW – Solo para adultos.

Cuando creía que Sasami-san@Ganbaranai ya había tocado todos los tabús y excentricidades que una serie aún tan creativa podía abordar, Edogawa da un paso aún más lejos. (más…)


Sasami-san@Ganbaranai 8-9: Cuestión de Peso

Luego de la discordia y la guerra, viene la reconciliación. Piezas del pasado, desconocidas para algunos personajes, se revelan mostrando la faceta más humana de la causante del caos, quien accede a una forma de redención. No será del agrado de todos debido a la violencia que provocó hacia su familia en episodios recientes; sin embargo, los dioses, de acuerdo a tradiciones muy antiguas, suelen perdonar, así como padres e hijos exhiben un largo historial de discordia y aceptación. Al entrecruzar ambas vertientes, obtendremos un viaje de descubrimiento familiar. Todos merecen una segunda oportunidad, tal vez hasta una tercera y aceptar las decisiones tomadas en el pasado rechazando la posibilidad de cambiarlo. Kamiomi es adicto a su hermana, cuenta cada angustiosa hora que sufre sin realizar ninguna interacción con Sasami llegando al punto de manosear a alguna de sus estudiantes por confundirla con su imouto durante esta parodia de una crisis de abstinencia. Se nos alertó, desde el comienzo, de la decisión de Sasami de permanecer en su habitación hablando con sus peluches como si fueran su ejército. Sobraban razones para tomar esta decisión, pero podemos elegir algunas. La primera sería que, dados los sucesos provocados por el reciente arco, Sasami vuelve a su estado de desánimo para protegerse como ocurrió la primera vez que huyó del templo. Cualquiera fuese la razón, su encierro afectaba al mundo exterior y era deber de Kamiomi, Kagami y Tama actuar como sus guardianes y tomar una actitud al respecto. La ciudad donde sucedería la próxima batalla parece despoblada: es un recurso típico del estilo de Shaft. Se utiliza también, por ejemplo, en la franquicia -Monogatari. Esta técnica podría reflejar un nivel técnico modesto en obras que recién son adaptadas al formato de televisión y, en caso consiguieran una nueva temporada, ganaría el derecho a invertir en mayor despliegue visual. Por otro lado, este recurso tendría un significado más profundo: sugerir que los personajes principales son dueños de su propio mundo y será su misión, en esta serie, protegerlo. (más…)


Sasami-san@Ganbaranai 7: Las hijas de Lot

Las últimas adaptaciones de novelas ligeras realizadas por SHAFT (Denpa Onna to Otoko, la saga -Monogatari y Sasami-san) poseen un notorio elemento incestuosa. Sasami-san profundiza en estas relaciones como ninguna otra obra anterior del estudio, desactivando su aspecto fetichista en cuanto el relato se volvía más complejo y dramático. El esquema de parentesco se diversifica: tener un único vínculo es imposible, una madre puede ser también, al mismo tiempo, una tía o una medio hermana. Un nivel de cercanía tan intenso debería aumentar el grado de afecto y apego de los progenitores hacia sus descendientes. Este escenario no se aplica a la familia Tsukuyomi, pues la carencia afectiva acarrea momentos aterradores, como demostró Juju. Su actitud del capítulo anterior bastó y sobro para proyectar una mala impresión al público y, para colmo, el presente episodio la retrata como una terrible villana, un gran contraste con el rostro bondadoso que mostraba ante su hija cuando era niña. Aunque algo distante, rebosaba ternura. Sin proponérselo, se convirtió en la heroína de Sasami, su modelo a seguir con alegría. La insensibilidad de Juju parte el corazón. Ha quedado descolgada de cualquier signo de humanidad. Sin embargo, la historia de los Tsukuyomi no es el único drama familiar de la serie. Otra familia, más improvisada en sus «lazos sanguíneos», experimentó un proceso inverso, según la narración de Tama, tiempos ocultos, fuera de nuestro alcance, pero accesibles mediante su relato.

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Peces fuera del agua -Cuando las hikikomori abandonan su guarida-

Esta temporada, dos atractivas y carismáticas hikikomori abandonaron sus oscuras madrigueras tecnológicas, atreviéndose a emprender el arduo camino hacia la reintegración social. Aunque Himawari Shinomiya y Sasami Tsukuyomi provienen de series dispares en temática y estilo, ambas comparten una serie de características (lindura, ironía, inteligencia, inseguridad) que constituyen un nuevo arquetipo del moe, dirigido a embellecer o idealizar la imagen del «shut-in» bajo un manto de optimismo. En realidad, el fenómeno «hikikomori» representa un problema grave y complejo para la sociedad japonesa. La mayoría de lectores conoce este término y sus implicancias gracias al anime, el manga, algunas novelas ligeras o comentarios de foros, blogs o redes sociales, y quizá compartan ese concepto errado y prejuicioso de considerar este aislamiento producto del fanatismo de ciertos jóvenes por la cultura 2D. Según la mayoría de sociólogos y psicólogos especializados que estudiaron el tema, las verdaderas causas se encuentran lejos de internet o del televisor, sino en diversos factores de índole económica o cultural. El exacerbado culto al «éxito» se torna inhumano y opresivo. El sistema (desde la escuela hasta el entorno laboral) fomenta la competitividad e impone una desproporcionada carga de estrés sobre el individuo. Incluso quienes han logrado culminar una carrera deben enfrentar la posibilidad del fracaso, pues tras largos años de estudio, su esfuerzo académico suele caer en saco roto. Muchos adolescentes, pero también adultos, no toleran la presión del entorno: los invaden la frustración, el rencor, la sensación de desprestigio. Se produce una merma del ego, una devaluación de la imagen personal (el «yo»). Esta ruptura se manifiesta en forma de desconfianza, apatía, timidez, desinterés por la higiene, agorafobia e incluso conductas obsesivas y compulsivas. Para el análisis frío, constituyen un desperdicio de fuerza productiva. Sin embargo, es justamente la sociedad que insiste en denigrarlos y etiquetarlos la auténtica responsable de su desgracia. (más…)